Cuestiones de Sociología, nº 16, e036, 2017. ISSN 2346-8904
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Sociología

 

RESEÑA/REVIEW

 

 

 

La etnografía como diálogo fronterizo. Mario Blaser entre la teoría del Actor-Red y la perspectiva de-colonial

 

Reseña Blaser, Mario (2013). Un relato de la Globalización desde el Chaco. Popayán: Editorial Universidad del Cauca

 

Matías Paschkes Ronis

Universidad de Buenos Aires - Universidad Nacional de San Martin.
Instituto de Altos Estudios Sociales - CONICET
matiasronis85@gmail.com


Cita sugerida: Paschkes Ronis, M. (2017). La etnografía como diálogo fronterizo. Mario Blaser entre la teoría del Actor-Red y la perspectiva de-colonial . Cuestiones de SociologĂ­a, 16, e036. https://doi.org/10.24215/23468904e036


“Un relato de la globalización desde el Chaco” no es sólo una etnografía, sino que es el producto de un proceso de reflexión de un antropólogo sobre su propia práctica. Mario Blaser comenzó su carrera de grado en la Universidad de Buenos Aires en 1985 y seis años después inició un trabajo de campo con el pueblo indígena yshiro–más conocido en Paraguay como chamacoco– quienes constituyen una población de alrededor de dos mil habitantes que viven en el departamento de Alto Paraguay, en la esquina nororiental del Chaco paraguayo en las fronteras de Bolivia y Brasil. Dicho trabajo continuó durante más de diecisiete años mediante incursiones de campo anuales y una estadía de dieciocho meses durante los años 1999-2000.

Los años de formación universitaria de Blaser, en el contexto de reciente recuperación democráticaen Argentina, estuvieron marcados por un predominio de la antropología marxista, basada en una concepción de la producción del conocimiento que no escindía el rol del científico objetivo del rol político y el compromiso con las luchas anticapitalistas. Es así que Blaser desde el comienzo de su trabajo antropológico con los yshiro intentó articular ambas posiciones a través del ejercicio de, por un lado, una “antropología aplicada”, cuyo objetivo consistía en la promoción de una “conciencia crítica” entre los yshiro que colabore con la creación de una organización que federaría a sus distintas comunidades y, por el otro, el desarrollo de una “antropología académica” mediante la cual intentaba dar cuenta de las representaciones sociales de dichas comunidades, su cultura y su relación con los procesos económicos y políticos mayores que conformaban el contexto de las diferentes luchas y conflictos que estas comunidades atravesaban.

Este doble rol constituye el puntapié inicial de la reflexión del libro de Blaser, el cual comienza con su propia disconformidad con dicha escisión de la práctica antropológica: “Producir […] explicaciones no era un problema; más bien, el problema surgía cuando trataba de compartirlas, pues mis interlocutores yshiro se negaban consistentemente a ver reducidas sus perspectivas en los términos de mi análisis” (2013, p.14). La situación lleva al antropólogo a preguntarse sobre las diferencias entre las explicaciones académicas y las explicaciones de los nativos. Pregunta que lo conduce a un dilema, pues si adoptaba la perspectiva yshiro se lo acusaría de nativizarse –el “peligro trágico” que acecha al antropólogo según el punto de vista clásico de Lévi-Strauss–, pero si reducía las explicaciones de ellos para comprenderlas en los marcos de la crítica académica, lejos de lograr la ansiada efectividad política en la lucha contra la desigualdad, terminaría reproduciendo relaciones jerárquicas y asimétricas. De la resolución de este dilema trata el libro. La pregunta que se realiza su autor: “¿cómo […] producir conocimiento que contribuyera al proyecto yshiro, en vez de erosionarlo sin darme cuenta?”(2013, p. 16), lo conduce a una reflexión y a una propuesta antropológica que articula la perspectiva no moderna de Bruno Latour, el pensamiento de-colonial de Walter Mignolo y la teoría feminista de DonnaHaraway y Val Plumwood.

Dichas perspectivas conforman, según Blaser, el polo o relato rupturista que percibe a la globalización como un proceso contencioso. A diferencia del polo modernista que “asume la modernidad como una condición ontológica alcanzada por la humanidad a través de un largo proceso evolutivo” (2013, p. 28), dentro de la cual la globalización sería el punto cúlminede su generalización, el polo rupturista permite visualizar las realidades/mundos múltiples e interconectados que conforman el cosmos, el pluriverso velado por el universalismo moderno. Este mito está conformado, según el autor, a partir de un entramado específico de tres hilos fundamentales: la gran separación entre naturaleza y cultura, la diferencia colonial entre modernos y no modernos y una temporalidad lineal unidireccional. Estos hilos delinean los contornos del “régimen moderno de verdad” para el cual el conocimiento verdadero sólo esaquel que se obtiene a partir del establecimiento de equivalencias entre el mundo objetivo (la naturaleza) y su representación.

La cuestión central del trabajo de Blaser es cómo luchar contra las imposiciones de este “régimen moderno de verdad” cuando uno está situado dentro de las instituciones modernas. La producción académica de conocimiento sobre los yshiro estuvo históricamente vinculada a la formulación de políticas que dieron forma a las divisiones y conflictos al interior de su comunidad. La antropología se constituyó de esta forma como una disciplina útil a la producción de objetos de gobierno sobre los cuales se implementaron los modelos de desarrollo. Si Blaser retoma la propuesta de la antropología simétrica de Latour, es porque esta le permite evitar reproducir dicho régimen moderno de poder/conocimiento, a partir de concebir la modernidad como una ontología regional y así poder percibir las diversas tramas y redes que entretejen el pluriverso.

¿Cómo llevar a cabo esta perspectiva de Latour en una etnografía sobre un pueblo indígena? Lo interesante de la propuesta de Blaser es que él encuentra un paralelo entre la ontología latouriana y la de los mismos yshiro: “el supuesto más básico del mito-historia yshiro –que la realidad emerge de un estado primordial de fluidez e indistinción– es notablemente similar al supuesto metodológico de la Teoría Actor-Red (TAR)” (2013, p. 45). Ambas perspectivas desestabilizan al sistema dualista cartesianoproponiendo, en cambio, una cosmología relacional en la que las entidades no preceden a las prácticas, sino que son moldeadas a través de ellas, y a partir de las interacciones tanto de humanos como de no-humanos. El conocimiento lejos de ser entendido como simple correspondencia entre el mundo de “afuera” y las representaciones de los sujetos, pasa a ser comprendido como “puesta en escena de mundos” a través de la práctica de relatos que tienen capacidad performativa. Según los intelectuales yshiro, el conocimiento siempre entraña la narración de relatos, los cuales tienen la capacidad de producir aquello de lo que hablan.

A partir de este paralelismo entre la ontología relacional de los yshiro y la TAR, Blaser pasa a concebir su propio trabajo etnográfico como un relato que se compone a partir de un doble registro: como una narración de una lucha en el que participan los yshiro, el Estado paraguayo, los académicos, las ONG expertas (indigenistas y no indigenistas), los intereses privados, etc., por dar forma a los diferentes mundos que caracterizan la era global; y como una performance cuyo objetivo es “ayudar a dar forma a la era global […] como un pluriverso”(2013, p. 17).

De esta forma Blaser organiza la estructura de su libro en tres partes que emulan el relato o el mito-historia de los propios yshiro. En la primera, Puruhle/Genealogías, aborda las formas que adquirió el encuentro entre el mundo moderno y el yirmo (mundo yshiro), su asimetría, su violencia, la forma de concebir el desarrollo y las transformaciones mismas del mito moderno (de sus imaginaciones centrales) en esta relación. La segunda parte, Porowo/Moralidades, se centra en los dilemas morales que la propia comunidad yshiro tuvo que enfrentar a medida que avanzaron los proyectos de desarrollo. La tercera y última parte del libro, Azle/Traducciones, analiza la puesta en forma del Prodechaco, un proyecto de desarrollo dirigido a los yshiro, tal como fue planificado bajo los principios conceptuales del neoliberalismo y cómo los mismos yshiro tradujeron y subvirtieron dicho proyecto.

La articulación teórica realizada por Blaser, entre la TAR y la perspectiva de-colonial, le permite realizar un análisis que visualiza el rol que juega la violencia colonial en tanto acto performativocrucial para la constitución de las entidades (modernas). Dimensión de la cual la TAR no logra dar cuenta. Por otro lado, a diferencia de la perspectiva de-colonial, el libro no se centra en “pensadores fronterizos” sino en los intelectuales yshiro cuya forma de conocer e interpretar el mundo/realidad no está conectada con el mundo moderno. Sin embargo, el objetivo de Blaser no es explicar y re-presentar las visiones del mundo de estos intelectuales, sino realizar una práctica etnográfica basada en el “diálogo fronterizo”. Ésta forma de hacer etnografía busca, al involucrarse con formas de conocimiento radicalmente diferentes, dislocar la posición enunciativa moderna del investigador (y del lector). El propósito de este diálogo es“contribuir a performar el pluriverso mediante una práctica de conocimiento no moderna” (2013, p. 43).

Este propósito aspira, al igual que la TAR, a la posibilidad de generar una cultura política que opere sin las garantías de un terreno común preexistente, entendiendo por tal el universo homogéneo objetivado por la ciencia moderna. Una política que se abra a una negociación que reconozca la diversidad y contingencia del cosmos pluriversal, que asuma el riesgo de la coexistencia. Para concluir, vale subrayar la diferencia central que Blaser ve entre la propuesta de Latour y la de los yshiro. Mientras el primero se orienta a la composición de un mundo común “unificado”, por el contrario las cosmologías relacionales indígenas aspiran a la coexistencia en base a “conexiones parciales”. Blaser asume esta última propuesta como la única forma viable de existencia.

 

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