Cuestiones de Sociología, nº 29, e168, febrero - julio 2024. ISSN 2346-8904
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Sociología

Artículos

Acciones e imágenes sobre la pobreza urbana en Buenos Aires y Seattle

Santiago Canevaro

Escuela Interdisciplinaria de Alto Estudios Sociales, Universidad Nacional de General San Martín / CONICET, Argentina

Nicolás Viotti

Escuela Interdisciplinaria de Alto Estudios Sociales, Universidad Nacional de General San Martín / CONICET, Argentina

Sarah Elwood Faustino

Department of Geography, University of Washington, Estados Unidos

Cita recomendada: Canevaro, S., Viotti, N. y Elwood Faustino, S. (2024). Acciones e imágenes sobre la pobreza urbana en Buenos Aires y Seattle. Cuestiones de Sociología, 29, e168. https://doi.org/10.24215/23468904e168

Resumen: En el presente artículo analizamos la construcción relacional de la clase media en relación con la pobreza a partir de un trabajo comparativo entre Seattle y Buenos Aires durante el período de recuperación relativa de la crisis socioeconómica de la primera década del milenio. Con la teoría de la pobreza relacional como eje conceptual, entendemos que se reproducen o se desafían subjetividades de clase mediante interacciones que atraviesan o confrontan los límites entre grupos sociales. Y, también, que las relaciones con la pobreza pueden producir lecturas alternativas de la formación de la clase media en Estados Unidos y Argentina.

Palabras clave: Clase media, Pobreza, Subjetividad, Buenos Aires, Seattle.

Actions and images on urban poverty in Buenos Aires and Seattle

Abstract: In this article we analyze the relational construction of the middle class from a comparative study between Seattle and Buenos Aires during the period of relative recovery of the socioeconomic crisis. With the theory of relational poverty as a conceptual axis, we understand that class subjectivities are reproduced or challenged through interactions that cross or confront the boundaries between social groups. Our analysis reveals that poverty is a key point for the formation of middle-class groups in both countries and that poverty can produce alternative readings of the formation of the middle class in the United States and Argentina.

Keywords: Middle Class, Poverty, Subjectivity, Buenos Aires, Seattle.

Introducción

¿Qué ocurre con las políticas de pobreza1 de los sujetos de clase media en períodos de recuperación de profundas crisis económicas neoliberales? Las investigaciones académicas argumentan que en el Reino Unido y en los Estados Unidos el consenso político y cultural se mantiene notablemente sólido, incluso con la crisis económica todavía en progreso (Hall, Massey y Rustin, 2013; Peck, 2001). Sin embargo, en Argentina, el período inmediatamente posterior a la crisis fue testigo de procesos de reacomodamiento que muestran algunas diferencias con los países del norte. Por nuestra parte, nos interesa explorar qué ocurre con los grupos identificados con la clase media, históricamente caracterizados por valores centrados en el individuo y el mérito individual, durante el período de recuperación de una crisis. Creemos que leer en conjunto los casos de Estados Unidos y de Argentina puede revelar qué tipo de subjetividades diferenciales de clase media pueden emerger en cada uno de ellos, teniendo en cuenta diferentes configuraciones en torno al igualitarismo. Partimos de la hipótesis de que, si en Estados Unidos se subraya un “igualitarismo del mérito” y la “oportunidad”, en Argentina el mérito individual es sincrónico con un “igualitarismo de hecho” que tensiona su historia político cultural.2

A partir del caso argentino este proyecto comparativo quiere poner en cuestión los marcos teóricos de los sujetos de clase neoliberales que toman la experiencia estadounidense como la norma y que conceptualizan al sujeto de clase neoliberal como autónomo, emprendedor y amante de la libertad (Brown, 2003; Schram, 2000; Watkins, 1993). Los informes sobre sujetos de clase neoliberales y sobre pobreza en general están enfocados desde una perspectiva angloamericana y no prestan atención suficiente a cómo estas formas “devienen nativas” en lugares específicos (Roy, 2003; Robinson, 2003).

Mientras que muchas investigaciones se han enfocado en los disensos de clase, nosotros exploraremos qué otra cosa, además de un individualismo meritocrático arraigado, se hace presente en ambos países.

Este trabajo está inscripto en la teoría de la pobreza relacional, que entiende que la pobreza es sobre todo el resultado de procesos sociales, económicos y también culturales (Lawson y Elwood, 2014). La dimensión cultural puede rastrearse tanto en las autopercepciones de los pobres sobre sí mismos como en lo que Mosse (2010) ha denominado “otros poderosos”. Esta investigación supone que los actores “no pobres” están profundamente implicados en la producción y la transformación de la pobreza a través de sus roles en la legitimación de diferencia (Du Toit, 2009; Roy, 2012).

Al repensar el anglocentrismo de las teorizaciones sobre las subjetividades de clase neoliberales y sobre sus políticas de pobreza, nuestro análisis comparativo de las prácticas relacionales revela que las condiciones de posibilidad de las mismas no es siempre la misma y que, en todo caso, resulta necesario entender diferencias geográficas, nacionales e históricas que explican su arraigo.3

Nuestro análisis se enfoca en las personas identificadas con la clase media, explorando qué caracterizaciones dan ellos sobre los sujetos de clase media y los otros “pobres”, así como también revela sus políticas de pobreza, tanto expresadas como puestas en acto (quién es pobre, por qué, qué se debería hacer al respecto). Siguiendo prácticas establecidas para el análisis inductivo interpretativo, nuestra discusión empírica recurre a citas seleccionadas que representan temas que se repiten a lo largo de las entrevistas y también toma afirmaciones frecuentes como ilustrativas de un imaginario más amplio acerca de la pobreza y de la condición de clase. Para construir nuestras interpretaciones, triangulamos datos de archivo, observaciones y entrevistas.4

1. Miradas cruzadas sobre las imágenes de la pobreza en Buenos Aires y Seattle

¿Qué es lo que Argentina puede enseñarnos sobre los sujetos de clase y las políticas de pobreza en Estados Unidos? ¿Qué puede revelar Estados Unidos sobre las políticas de pobreza y sobre la construcción de identidades de clase media en Argentina? Nuestro estudio comparativo quiere matizar tanto las concepciones neoliberales centradas en el norte como las concepciones extensamente celebratorias de una alternativa postneoliberal en Latinoamérica.

Llevamos adelante un estudio comparativo a lo largo de doce meses, en dos barrios residenciales en Seattle y Buenos Aires, entre 2012 y 2013.5 Nuestros lugares de investigación, que llamamos Edgewood en Seattle y El Bosque en Buenos Aires, tienen residentes de clase media y residentes más pobres, como también organizaciones de asistencia social y puntos en los que los residentes entran en contacto. Ambos barrios han vivido el influjo de los nuevos residentes de clase media y también de signos tentativos de gentrificación, evidente en nuevos comercios, restaurantes y edificios. La pobreza severa también está presente, y cada uno de estos barrios alberga un asentamiento de personas sin hogar o un asentamiento de ocupantes ilegales.6

En El Bosque, Villa Esperanza es un asentamiento informal que ocupa terrenos del ferrocarril nacional. Fundado en 1994 por trabajadores del ferrocarril, el asentamiento funciona como hogar para alrededor de 3500 personas, algunas de las cuales viven en estructuras edilicias permanentes. Los residentes son de diversas edades, género y raza; algunos son argentinos y otros son inmigrantes de Bolivia y Perú. Viven en un ambiente complejo, tanto política como socialmente; conviven con varios movimientos de izquierda y comunidades de base católica, que están activos en el asentamiento; al mismo tiempo, están atravesados por la violencia cotidiana, el tráfico de drogas y el crimen organizado. En Seattle, Camp Take Notice es un asentamiento autónomo de personas sin hogar que fue fundado en 2008. Desde 2010, hasta su desalojo en 2013, ocupó terrenos de propiedad pública en Edgewood.7 Mientras estuvo en Edgewood, Camp Take Notice albergó entre 100 y 200 personas, incluyendo familias con niños, adultos solteros, jóvenes y mayores, hombres y mujeres. El asentamiento incluía residentes blancos, latinos y afroamericanos, así como también a inmigrantes. Al igual que Villa Esperanza, que creció después de la crisis de 2001, Camp Take Notice se fundó cuando se estaba preparando la crisis bancaria y de viviendas en Estados Unidos, y creció a lo largo de la Gran Recesión.

Comparar El Bosque y Edgewood resulta muy productivo porque ambos lugares funcionaron como escenario para movilizaciones en las que los residentes de clase media tomaron medidas para oponerse o para apoyar a los barrios más pobres de los asentamientos.8 Estas acciones fueron llevadas adelante por organizaciones comunitarias, asociaciones de residentes y organizaciones religiosas. Sus sensibilidades pro-pobres y anti-pobres son prácticas relacionales de clase que dejan entrever de qué manera los sujetos de clase se enmarcan y cómo se desarrollan las políticas de pobreza. Dentro de estas prácticas relacionales, los sujetos de clase media negocian qué significa ser pobre o ser de clase media, qué debería hacerse para ayudar a los residentes más necesitados, qué formas de asistencia son las apropiadas, a quién hay que responsabilizar por la pobreza y quién debe ser visto en necesidad de qué.9

Si bien existen grandes diferencias en la constitución histórica de la clase media, existen formas similares en Argentina y en Estados Unidos. En ambos países, la clase media se asocia con la identidad nacional. Asimismo, esta relación entre clase media y nación ha sido predominantemente identificada con grupos de origen europeo predominantemente blancos. Por otro lado, esa asociación supuso que esos sujetos encarnan un modelo ideal de ciudadanía, idealmente emprendedores, autónomos, autosuficientes y responsables de sí mismos (Adamovsky, 2009; Brown, 2003; Garguin, 2012, Germani, 1981; Grimson, 2007; Guano, 2002; Jackson, 1985; Ruben, 2001; Sautú, 2001; Visacovsky, 2014). Sin embargo, muchos trabajos han sugerido que existen fuertes diferencias en los modos de subjetivación de clase media de cada país, lo que hace que nuestra comparación del período contemporáneo de recuperación en Argentina y en Estados Unidos resulte fructífero.

Algunos argumentan que, en contraste con el individualismo norteamericano, las concepciones del “individuo” en Argentina adquieren un modo más relacional. En este sentido, en Argentina convivirían valores identificados con la meritocracia individualista liberal con un igualitarismo agresivo. En uno de los pocos trabajos que se ha dedicado a reflexionar sobre este aspecto, O´Donnell (1984) argumenta en favor de un “individualismo corporativo” en Argentina. En un tono similar, otros trabajos más recientes señalan que los “lazos sociales” fueron un recurso común durante la crisis económica que permitió atravesar las situaciones de crisis y que produjo un debilitamiento de los ideales de una subjetividad neoliberal (Kessler y Di Virgilio, 2008) o que, incluso, los valores del individualismo atraviesan desigualmente la sociedad argentina.

2. Negociando sujetos de clase y políticas de pobreza

Nos enfocaremos ahora en nuestros resultados acerca de la naturaleza de las prácticas de clase media en cada ciudad: sus sensibilidades anti- y pro-pobres. La sección 2.1 compara las formas de sensibilidad anti-pobres de Buenos Aires y Seattle. Identificamos de qué modo los residentes de clase media se encuadran a sí mismos como individuos, rastreamos si se involucran o no en prácticas de delimitación de las clases y cómo cada grupo activista racionaliza una política de desalojo. La Sección 2.2 pone el foco en la sensibilidad pro-pobres, explorando hasta qué punto los activistas de clase media involucran a los residentes más pobres como miembros de una comunidad conjunta. Nuestra comparación explora las formas en que se deshacen las distinciones de clase, de qué modo se entiende la pobreza, qué acciones se dirigen a la pobreza y la voluntad política que se adjudica a los residentes pobres.

2.1 Sensibilidad anti-pobres: Neighborhood Action Council y Vecinos Movilizados

En ambas ciudades nos encontramos con personas de clase media aliadas en contra de los barrios empobrecidos, con el objetivo común de desalojarlos. En la búsqueda de expulsar a los residentes más pobres, estas políticas de pobreza de la clase media son, tanto en Buenos Aires como en Seattle, en un nivel, virtualmente idénticas –una práctica relacional de delimitación de clases–. En ambos lugares la sensibilidad anti-pobres conceptualiza al sujeto pobre como holgazán, sucio y no respetuoso de las leyes. Se los culpa por destruir la estética de un barrio limpio, tranquilo y seguro. En Seattle, Terri, un propietario blanco, asistente administrativo, describe su origen como “de clase media de verdad”; dice de la presencia en Edgewood de Camp Take Notice que “las drogas han aumentado, y… ellos están destrozando las cosas”. Scott, miembro de Neighborhood Action Council (NAC), un propietario de la baja clase media, afroamericano, asume que los residentes del Camp Take Notice son peligrosos.10 Dice: “Los miro diferente, como si fueran criminales… No quiero darles la espalda, ¿sí? No sé quiénes son”. En Buenos Aires, Mariela, una abogada blanca y también propietaria de vivienda, entiende el impacto de Villa Esperanza en términos casi idénticos: “La villa está llegando a todas partes. Muchas personas que viven en la cuadra de enfrente tienen miedo porque les roban a la gente, roban estéreos, la gente no puede dejar el auto en la calle, los chicos no pueden salir solos.” Mariana, una estudiante de odontología de unos veinte años, dice: “Pero hay un daño real al barrio, la suciedad, la violencia. No puedo volver sola a casa a la noche. Mis amigos no pueden venir en cualquier momento que quieran”.

Estos argumentos se enfocan superficialmente en el crimen y la suciedad, pero también invocan un encuadre moral muy poderoso, según el cual los habitantes pobres se han empobrecido debido a sus errores individuales: malas decisiones y falta de esfuerzo. Terri asegura que los residentes de Camp Take Notice “nunca quieren estar mejor”, mientras que otro miembro de NAC habla en contra de los asentamientos: “esto es lo que ellos quieren ser. No hay mucha mejora acá” (2011, hombre blanco anónimo en el foro de NAC). En Buenos Aires, los miembros de Vecinos Movilizados repelen de forma similar a sus vecinos más pobres; a menudo señalan “una falta de esfuerzo personal” cuando se les pide que expliquen por qué la gente vive en Villa Esperanza.11 Uno de los vecinos comentó: “La gente es sucia, tiran bolsas, basura, todo en la calle. A ninguno le importa… Viven todos juntos en un cuarto, no les importa. Y peor, tienen esa música todo el día; escuchan cumbia todo el día y es muy difícil vivir con eso.”12 Estas conceptualizaciones a menudo incluyen referencias raciales despectivas hacia los residentes de Villa Esperanza, como “negros” (en referencia a personas de Bolivia, Paraguay o Perú) o “bolitas” (en referencia a los inmigrantes bolivianos), y también referencias a prácticas “ofensivas”, como vivir en grandes familias o pasar el tiempo en la calle.

Estas condenas emergen en la sensibilidad anti-pobres como una justificación para el desalojo de los residentes más pobres y supuestamente indignos, pero también refuerzan la normatividad de la clase media, el hecho de ser blanco y el merecimiento de clase. Las opiniones sobre los residentes pobres se encuadran en oposición al sujeto de clase media, que es visto como respetable, limpio y trabajador. Melanie, una propietaria de Seattle que integra NAC, dice: “Estamos intentando que este sea un buen vecindario… [y nosotros lo estamos] limpiando.” “Limpiar” el barrio asegura la identidad de clase media de Melanie y de sus vecinos al remover a los sin techo. Scott, miembro de NAC, enfatiza la supuesta criminalidad de los residentes de Camp Take Notice y apoya el desalojo. Dice: “Dejo que alguno corte el pasto en mi jardín, y le doy $25… Viste, estoy tratando de ayudarlos tanto como puedo, estoy intentando ser un tipo que quiere ayudarlos”. Scott yuxtapone a las personas pobres, supuestamente criminales, contra su propio yo idealizado. él es “el tipo que los ayuda”, incluso cuando los ve “a ellos” como inherentemente amenazantes.

En Buenos Aires, los miembros de Vecinos Movilizados posicionan de igual modo su bondad y su capacidad de trabajo duro en contraste con los residentes pobres, indignos. Uno de los vecinos argumentó:

Este barrio se construyó gracias al esfuerzo de inmigrantes y de gente trabajadora. Nadie nos dio nada gratis. Pero esta gente no pertenece acá. Vinieron porque son oportunistas. Encontraron el modo de estar acá y porque nadie dijo nada construyeron sus casas y se quedaron” (residente anónimo).

Asumen que los residentes pobres, a los que ven como sucios, ruidosos y holgazanes, son una amenaza a la estética del barrio de clase media, barrio que otros residentes con más privilegios han construido con trabajo duro. “Este es un barrio de clase media donde las personas buscan un estilo de vida tranquilo, porque hay más árboles. Es un barrio único en Buenos Aires, con pavimento y cordones de adoquines” (Mariela). Estas conceptualizaciones producen diferencia de clase y apuntalan los límites entre clases al cementar un imaginario del pobre como alguien diferente y del sujeto de clase media como alguien limpio, moral, respetuoso de la ley y merecedor de sus derechos.

Tanto en Buenos Aires como en Seattle, la sensibilidad anti-pobres identifica la pobreza y el privilegio en elecciones individuales, comportamientos y factores morales. Sin embargo, una comparación más profunda de las afirmaciones sobre la pobreza y los vecinos más pobres revela ciertas diferencias en la base de esta narrativa sobre la pobreza y sobre los pobres basada en elecciones individuales. Entre los activistas anti-pobres de El Bosque, incluso su fuerte condena de la gente pobre tiende a ser matizada. Eugenio, un comerciante de sesenta años de El Bosque, dice al principio que los residentes pobres son “todos ladrones que viven del tráfico de drogas y de la venta de drogas”, pero más tarde dice: “[N]o todos ellos están en ese negocio y puede haber gente trabajadora”. Se resiste a culpar a los residentes por la existencia del asentamiento: “no es culpa de la gente…”. Incluso Mariana, residente de El Bosque, a la vez que condena la supuesta violencia y suciedad de los pobres de Villa Esperanza (ver más arriba), también dice:

[El problema] no es la gente, es la forma en que la gente vive… Sé que ellos no están ahí porque quieran, sino porque no pueden o… No sé, porque quedaron del lado duro de la vida. Pero al mismo tiempo, yo me quiero mudar porque, aunque entienda, no quiero vivir con esta gente al lado.

Mariana llama sucios y violentos a sus vecinos más pobres y dice que están arruinando su barrio; sin embargo, también admite explícitamente que la gente no elige vivir en Villa Esperanza. La afirmación de Eugenio, “no es culpa de la gente”, sugiere que alguna otra cosa, y no malas elecciones, desviaciones o errores individuales, debe ser la causa; mientras que las expresiones de Mariana, “no pueden” y “quedaron del lado duro de la vida”, sugieren coacciones estructurales.

En las afirmaciones de la sensibilidad anti-pobres de Edgewood, no fueron evidentes los matices de este tipo. Los residentes de clase media que trabajan en contra de Camp Take Notice ignoran o directamente refutan las causas estructurales de la pobreza. Un orador en una reunión de NAC dijo: “No estamos necesariamente ligando la presencia de Camp Take Notice al incremento de la cantidad de personas sin hogar, no estamos diciendo que es la causa…” (Hombre blanco anónimo, de unos 50 años); negó además que la cifra de personas sin hogar estuviera en aumento, a pesar de que dicho aumento está documentado tanto a nivel de la ciudad como a nivel nacional después de la Gran Recesión.13 Los miembros de NAC explican consistentemente la pobreza como el resultado de una falla al ejercer la voluntad individual. Melanie, propietaria de vivienda, haciéndose eco de los sentimientos que expresaron otros para lograr el desalojo del asentamiento, culpó de la pobreza de sus vecinos a las decisiones que tomaron, que describe de la siguiente manera: “Yo solo quiero que me den los beneficios de discapacidad y listo”. Contrasta esto con su propio “trabajo duro” durante la Gran Recesión: alquiló su casa y se mudó con parientes para evitar que le ejecutaran la hipoteca hasta que pudiera refinanciarla. Estos relatos de la pobreza y de vulnerabilidad económica no solo producen sujetos de clase opuestos y políticas de pobreza antagónicas, también impiden reconocer cualquier tipo de vulnerabilidad que cruce las clases o las formas estructurales de los privilegios que tiene la clase media. Melanie no puede reconocer que sus ventajas sociales y económicas (tiene la seguridad de una red familiar y acceso a financiación) son parte de lo mismo que evitó que corriera la misma suerte que sus vecinos sin casa. Tampoco puede discernir que comparte con ellos una vulnerabilidad estructural en la crisis económica.

Las conceptualizaciones individuales de la pobreza que expresa la sensibilidad anti-pobres en ambos lugares diferencian a los pobres de los sujetos de clase media y, a la vez, profundizan las divisiones de clase. Sin embargo, en Buenos Aires, estos actores de clase media están en conflicto. Dudan entre culpar a la gente pobre o expresar algún tipo de conexión de sentido común con ellos, como se ve en la sugerencia de Eugenio de que los habitantes del asentamiento pueden ser trabajadores (como él mismo). Estos sentimientos dejan abierta la posibilidad para políticas de pobreza más complejas, en lugar de solo culpar y excluir. En cambio, en Seattle, incluso cuando los actores de clase media han vivido dificultades similares a las de los vecinos más pobres, continúan reforzando los límites de clase y el privilegio de la clase media. Laura, miembro de NAC, una propietaria blanca y empresaria en sus treinta, nota similitudes entre la clase media y los residentes más pobres de Edgewood. Dice: “Somos una comunidad paciente, somos amables, todos tenemos dificultades, sabemos lo fácil que nosotros también podríamos perder todo, pero ya es hora de que Camp Take Notice se vaya”. Laura reconoce que tanto la clase media como las personas más pobres son vulnerables, pero la única acción que puede imaginar es el desalojo de los más vulnerables. Los intereses de los residentes de clase media entendidos como vulnerables prevalecen sobre la vulnerabilidad (mayor) del otro pobre, y el único target de acción para enfrentar la vulnerabilidad económica es el mismo individuo pobre. La afirmación de Laura ilustra cuán profundamente individualizados están los sujetos de clase en el imaginario cultural de los Estados Unidos, a la vez que enfatiza la exclusión como política de pobreza.

Mientras que Vecinos Movilizados y NAC llevan a cabo políticas de pobreza de diferenciación y exclusión que, en líneas generales, son similares, sus demandas de desalojo de los vecinos más pobres revelan diferencias importantes en relación al modo en que los sujetos de clase y sus relaciones se producen en esos dos contextos geopolíticos. En ambos lugares, los activistas anti-pobres demandan que el Estado priorice sus intereses por sobre los de los habitantes de los asentamientos pobres, y se escandalizan de que el Estado no haya actuado en defensa de sus propios intereses. Vecinos Movilizados conceptualiza a sus vecinos más pobres como inmigrantes de Bolivia y Perú. Argumentan en favor de la necesidad de expulsar a los “habitantes ilegales” y acusan al Estado por no “cumplir la ley”, en palabras de Eugenio. Hacen comentarios inflamados acerca de la amenaza a la paz y al orden de la nación. En una entrada del blog se lee: “[los habitantes del asentamiento] demandan electricidad… [el estado] les da electricidad; demandan agua… les dan agua, demandan cloacas… ¡y ya las tienen! NOSOTROS PEDIMOS VIVIR EN PAZ, EN NUESTRO BARRIO, EN NUESTRO PAIS, Y ¿SABEN QUE ES LO QUE LAS AUTORIDADES NOS DAN? NADA” El post invita sarcásticamente a los funcionarios del gobierno a una fiesta en el asentamiento, “Facundo Di Fillipo, Rocío Sanchez Andía, Fernanda Reyes: están invitados como cualquier otra autoridad del Gobierno que quiera celebrar la usurpación de terrenos nacionales”. Esta narrativa de la ilegalidad es más frecuente que las referencias a la “criminalidad” de los habitantes del asentamiento. Enfatiza la ilegalidad fundamental de la presencia de los residentes pobres y expresa las demandas urgentes de la clase media en los términos más duros posibles. Los habitantes del asentamiento son más que una molestia ruidosa; como mencionó uno de los entrevistados: “¡son una amenaza para la nación!”

Este encuadre de ilegalidad tan enfático por parte de Vecinos Movilizados demanda que el Estado priorice sus intereses y desaloje a los vecinos más pobres. Esto es bastante diferente de las justificaciones de los activistas anti-pobres de Seattle. Los miembros de NAC también están enojados por lo que entienden como una falta del Estado, que no ha cumplido con sus pedidos de desalojo, como lo expresa Laura en sus afirmaciones resignadas, durante una reunión de NAC: “Llamé a King County Public Health y los ayudaron a erradicar las ratas. Pensé que iban a clausurar el lugar, pero la Ciudad está haciendo de todo para que el lugar sea más habitable.” No solo los funcionarios locales no hicieron lo que ella quería: para su disgusto, ayudaron a los residentes del asentamiento. Como en El Bosque, los miembros de NAC enfatizan la ilegalidad de sus vecinos más pobres, pero en términos diferentes. Los que residían en Camp Take Notice eran inmigrantes (algunos de ellos indocumentados) y el asentamiento ocupaba tierras públicas, pero los miembros de NAC nunca encuadran su pedido de desalojo a través de una narrativa de la ilegalidad. En cambio, acudiendo al derecho legítimo del pago de impuestos, hacen llamados a la ciudadanía acaudalada (Roy, 2003), a los ciudadanos que poseen inmuebles, para que hagan demandas al Estado. Melanie, miembro de NAC, distingue a los residentes que pagan impuestos y, por lo tanto, merecen protección pública, de los que no, y dice: “la ciudad no les está dando servicios, como protección policial o bomberos o nada. Y francamente, no creo que se los deban dar porque ellos no pagan por esos servicios. Yo pago por esos servicios…”. En comparación con la apelación furiosa a la seguridad nacional que hacía Vecinos Movilizados, los miembros de NAC son más medidos en su reacción. Asumen que el desalojo es inevitable, que es solo una cuestión de tiempo. Como dice un residente, “Todos saben que Camp Take Notice se tiene que ir, incluso Camp Take Notice” (Mujer blanca, anónima, de unos sesenta años, 2013). Los miembros de clase media de NAC están seguros de sus privilegios y confiados de que el Estado, eventualmente, va a priorizar sus intereses por sobre los de las personas sin hogar y los de los residentes “ilegítimos”.

Nuestra comparación revela diferencias centrales en los modos en que las políticas de pobreza orientadas a la exclusión han avanzado en dos contextos diferentes. El intenso énfasis de los activistas de El Bosque en la ilegalidad del asentamiento está fuertemente ligado a la historia política argentina, en la que la ocupación ilegal de tierras y las villas funciona como estrategia efectiva para obtener derecho sobre terrenos privados y públicos (Merklen, 2001). Estas historias solidifican un léxico político en el que los derechos de los propietarios privados pueden ser superados por los derechos de los ocupantes pobres. En un imaginario político en el que el otro pobre también es percibido como un ciudadano con demandas legítimas que hacerle al Estado, los miembros de Vecinos Movilizados están preocupados por sus privilegios de clase media, así como también por la posibilidad de que los políticos o la ley no controlen o desalojen a sus vecinos más pobres. La cultura política más amplia es la que da forma a su sensación de vulnerabilidad y esta ansiedad de la clase media de El Bosque entra en un contraste agudo con el caso de Estados Unidos.

Inmersos en una historia extensa de ciudadanía acaudalada en los Estados Unidos (Del Casino y Jocoy, 2008; Sparks, 2010), los miembros de NAC esperan que el Estado defienda su posición de privilegio. La idea de que las personas sin hogar pueden tener legitimidad como ciudadanos les parece inconcebible. Los únicos actores con derechos que pueden aceptar son los propietarios de clase media. Para NAC, esta asunción se confirma por las condiciones de existencia misma de Camp Take Notice. Desde su establecimiento, Camp Take Notice estuvo siempre en movimiento: fue desalojado por los gobiernos de un sitio a otro. Con este trasfondo, NAC necesita agitar la idea de la ilegalidad de sus vecinos pobres para así deslegitimizarlos a ojos del Estado. Simplemente por ser pobres y sin propiedades, los perciben sin el status de ciudadanos con derechos (la testigo Laura se sorprende cuando el Estado ayuda a los residentes con el control de plagas). Su visión completamente individualizada de la clase, junto con su rechazo de cualquier explicación estructural de la pobreza, lleva a los miembros de NAC a reafirmar fuertemente los privilegios de la clase media, y esto frena bruscamente cualquier impulso que llevara hacia políticas de pobreza colectivas.

2.2 Sensibilidad pro-pobres: Neighbors in Faith y La Cooperativa

Otros residentes de clase media de Edgewood y de El Bosque movilizan una sensibilidad pro-pobres en apoyo de sus vecinos más pobres. Tanto los participantes de Neighbors in Faith (NIF) en Seattle, como los de La Cooperativa, en Buenos Aires, expresan una ambigüedad mayor en la construcción de fronteras sociales.14 Sin embargo, lo hacen de diferente modo. En Seattle, estas expresiones sugieren que “los pobres somos nosotros”, y sitúan a la clase media y a las personas más pobres como miembros de una única comunidad. Erika, una propietaria blanca, enfermera jubilada de unos setenta años, rechaza las conceptualizaciones oposicionales que definen virtudes para la clase media y desvíos para los pobres; para hacerlo, compara a los residentes Camp Take Notice con los miembros de su iglesia, mayormente de clase media: “… hay algunas manzanas podridas, pero eso es así en cualquier lado. ¡Yo diría lo mismo de nuestra iglesia!”. Erika acoge la comunidad entre clases y reconoce la dura realidad de la pobreza: “lidiando con falta de sueño y con estrés crónico, todos nosotros tomaríamos malas decisiones.” Otros miembros de NIF rechazan explícitamente el estereotipo de gente pobre holgazana. Gloria, una propietaria blanca de unos setenta años, administradora jubilada, dice que la pobreza es:

trabajo duro, duro. El estereotipo que entiende que las personas son pobres porque están ´satisfechas´ con eso, que pueden tener servicios y limosnas: ¡no es verdad! Van al colegio, sus hijos van al colegio, siguen con todo y es muy difícil… Hay personas que no eligen estar mejor, pero todos los que yo veo están trabajando muy duro para entrar en la clase media, para adquirir destrezas, para tener el trabajo que quieren, para cambiar su situación.

Aquí, vemos tanto aperturas como limitaciones en los modos en que los actores de clase media distancian su imaginario de la pobreza y del privilegio del discurso estadounidense dominante. Erika y Gloria identifican elementos en común entre la clase media y los sujetos más pobres y se resisten a diferenciar entre las normas de la clase media y el comportamiento de los que son pobres. Al mismo tiempo, Erika menciona “malas decisiones”, mientras que Gloria revaloriza el trabajo duro y las destrezas como caminos para llegar a clase media y sugiere que algunas personas eligen permanecer en la pobreza.

En Buenos Aires, los activistas pro-pobres también se ven a sí mismos y a los residentes más pobres como miembros de una única comunidad, pero entienden y expresan las causas de la pobreza de un modo diferente con respecto a NIF. Los actores de clase media relacionados con La Cooperativa expresan un entendimiento fuertemente “social”, inclusivo y estructural de la pobreza. Un miembro del staff de La Cooperativa de alimentos orgánicos explica la presencia de Villa Esperanza en referencia a estructuras más amplias. Sergio es un estudiante universitario y activista que ve la pobreza como producto de procesos estructurales e históricos, relacionados con la inequidad en las relaciones sociales de la minería y la agricultura capitalistas:

Es obvio que esta situación es parte de un proceso más amplio que tiene que ver con las instituciones y con un deterioro de la economía. Pero también tiene que ver con decisiones que profundizan la pobreza… la gente quedó fuera del desarrollo que ocurrió en años recientes, como la expansión de la producción de soja o la megaminería… Hay un proceso de migración interna de personas que no tienen alternativas de sustento en sus pueblos. Al final, se generan estas situaciones de pobreza urbana y conflictos.

Por su parte, María, que es estudiante de enfermería, soltera, de unos cuarenta años y que dirige la farmacia de La Cooperativa, afirma:

En momentos difíciles, las personas del asentamiento vienen acá más seguido y los reconocemos. Solían venir acá por los medicamentos más baratos, pero cuando el Estado se involucró más, en 2004, y aprobó la ley de medicamentos genéricos, de a poco la gente dejó de venir. Ahora, por la inflación, algunas personas están volviendo, pero mucho menos que antes.

Los activistas de La Cooperativa ven un proyecto político común tanto para la clase media como para la gente más pobre. Entiende que la acción entre clases es esencial para que las políticas anti-pobreza resulten efectivas.

En contraste, los activistas pro-pobres de NIF permanecen profundamente imbuidos en modos individualizantes de entender a los sujetos pobres, la pobreza y la prosperidad. Dentro de sus marcos, una persona empobrecida que busca precios bajos en una farmacia sería elogiada por tomar “buenas decisiones”. Gene por ejemplo, un pastor blanco de unos sesenta años y miembro de NIF, felicita a un cliente empobrecido del programa asistencial de su iglesia por querer adquirir herramientas de managment de fondos: “Siempre pensé que si manejaran un poco mejor su dinero, les podría ir mejor”. Los miembros de NIF, en contraste, abogan por los pobres, pero no esperan ni fomentan la participación de los residentes más pobres en su activismo.

A pesar de su fuerte orientación pro-pobres, los miembros de NIF no tienen un repertorio discursivo para nombrar los procesos estructurales que hacen imposible que los barrios pobres salgan adelante. Se resisten a las narrativas culpabilizantes y tienen la intuición de que existen barreras estructurales, pero no son capaces de nombrarlas ni de actuar sobre ellas. Planteamos que, en el contexto de Estados Unidos, este es un límite de las políticas de pobreza que hace que los cambios estructurales sean inimaginables. Los miembros de NIF consistentemente culpan a la mala suerte por la falta de hogar para los pobres, culpan a una asistencia inadecuada y a los recortes de financiamiento para los servicios; no culpan a cuestiones sistémicas como la falta de un salario, la falta de seguro médico, el desfinanciamiento de la red social de contención, ni a la ausencia histórica de casas económicas. Reconocen que el sector sin fines de lucro no puede cumplir con las necesidades.

La sensibilidad pro-pobres de NIF es notable en los Estados Unidos porque articula un sujeto de clase media que se enfoca en la pobreza, o que la combate, expresando una comunidad con la gente pobre. A pesar de esto, su sentido de conexión mutua se establece sobre la base de compasiones individuales y de la responsabilidad de apoyarse el uno al otro. Esta sensibilidad permanece encerrada en un marco de individualismo y no desafía las políticas de pobreza hegemónicas. La asunción subyacente es que los ciudadanos y los funcionarios electos resolverían el problema si conocieran en profundidad la situación de las personas más pobres, y si empatizaran con ella. Esta “política de pobreza del hacer más” es un enfoque meliorativo que trabaja desde adentro, en vez de criticar abiertamente las estructuras económicas y políticas que profundizan la pobreza. Sin embargo, la articulación planteada por NIF acerca de una comunidad y conexión entre la clase media y los sujetos más pobres es significativa. Contra todas las probabilidades, en un contexto estadounidense de sujetos de clase individualizados y relaciones antagónicas entre clases, expresan comunidad inter-clase. Muchos trabajos sobre políticas de pobreza en Estados Unidos se han enfocado en la forma en que el racionalismo y el individualismo neoliberales, la elección y la libertad, profundizan los antagonismos de clase. Sin embargo, aquí encontramos un declive de esta narrativa. La política de NIF del hacer más es profundamente limitada, aunque, sin embargo, abre un espacio en el que los sujetos de clase articulan acercamientos y empiezan a percibir inequidades sistémicas, a pesar de carecer de un lenguaje político que lo articule. Aunque pequeñas, estas son grietas significativas en el discurso hegemónico de pobreza en Estados unidos.

En Argentina, la sensibilidad pro-pobres involucra acercamientos inter-clases altamente sólidas. Los activistas de clase media de La Cooperativa desean que los residentes más pobres se involucren en una agenda compartida y anticapitalista. Ambos grupos se alían en respuesta al desalojo. Juntos, organizan cortes de calles y protestas sobre la avenida que separa el asentamiento del área residencial de clase media de El Bosque. Sonia y su marido, dos de los líderes, están profundamente involucrados en activismos de izquierda desde los años 90. Sonia es una mujer entrada en años con dos hijos, y participó en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) durante los 70. Su marido es director político con los piqueteros, fue preso político durante la dictadura militar (1976-1983) y cuando salió de la cárcel trabajó en organizaciones de derechos humanos y organizaciones colectivas de izquierda. Sonia describe su proceso colectivo:

Una semana, llamamos a todos a una reunión porque había fuertes rumores de que [las autoridades] iban a entrar a los terrenos del tren [donde el asentamiento está construido] para desalojar a los residentes y después desalojarnos a nosotros [La Cooperativa]. Entonces, éramos nosotros y ellos. Empezamos las reuniones juntos en el asentamiento porque ellos armaron un comité contra el desalojo, al que iban muchos líderes del asentamiento y también líderes de otras organizaciones de afuera del asentamiento, incluidos nosotros.

La amenaza común de desalojo da forma a las conexiones entre La Cooperativa y el asentamiento, pero este acercamiento también descansa sobre un sentido de comunidad que va más allá de esa situación de emergencia. Sonia insiste: “todos somos el resultado del 2001 acá…”, señalando una historia compartida de crisis económica y vulnerabilidades que unen el asentamiento y La Cooperativa.

En ambos lugares, las vulnerabilidades que los grupos sienten mutuamente enlazan a los actores de clase media en acercamientos inter-clase, como queda claro en la expresión de NIF, “los pobres somos nosotros”, y en los esfuerzos de La Cooperativa para combatir los monopolios de medicamentos y luchar contra el desalojo junto con los residentes de Villa Esperanza. Sin embargo, las explicaciones de esta vulnerabilidad compartida difieren, con implicaciones que señalan los tipos de políticas de pobreza y acercamientos interclases que son posibles en cada lugar. Los activistas de clase media de La Cooperativa reconocen vulnerabilidades compartidas en común con sus vecinos más pobres. Entienden que ese riesgo está arraigado en su desventaja estructural a través de los derechos de propiedad capitalistas. En contraste, los miembros de NIF ven la vulnerabilidad como una cuestión de suerte: las personas de clase media y los más pobres aparecen como igualmente vulnerables ante catástrofes inesperadas que pueden dejarlos en la pobreza. Estas visiones de la vulnerabilidad posibilitan diferentes políticas de pobreza. Las conceptualizaciones de los activistas de Buenos Aires implican una crítica a las relaciones de clases desiguales y permiten acercamientos que confrontan directamente los procesos estructurales que producen la vulnerabilidad. Los activistas de Seattle reconocen que los privilegios de clase son producto de un proceso estructural y solamente expresan una política de pobreza basada en la empatía.

Conclusión

El presente artículo utilizó un análisis relacional de la pobreza para entender de qué modo las identidades de clase media se construyen a través de compromisos con los sujetos más pobres en espacios residenciales de Buenos Aires y Seattle. Nuestro estudio comparativo revela cómo las prácticas relacionales de clase en la sensibilidad anti-pobres contribuyen a constituir sujetos de clase media en ambas ciudades. Asimismo, indaga cómo diferentes imágenes de la pobreza no siempre se reducen a una concepción estigmatizante: también encontramos puentes entre grupos sociales diferenciados en la lucha por el espacio del barrio. Muchos académicos han pasado por alto importantes matices en las políticas de pobreza de la clase media, matices que abren la aparente irrefutabilidad del individualismo neoliberal y muestran que, en ciertas circunstancias, los sujetos de clase media encuentran puntos en común con los pobres, en lugar de estar siempre en oposición y a la defensiva.

Considerando que existen formas globales que deben ser consideradas en la forma como se articulan con situaciones específicas que son territorializados en ensamblajes, en este artículo se buscó mostrar la heterogeneidad de formas que producen apropiaciones diferenciales de dinámicas culturales y económicas globales (Ong y Collier, 2005). En tal sentido, mediante la comparación se buscó exhibir cómo la sensibilidad anti-pobres se posiciona de formas diferentes en el marco más amplio de las políticas de pobreza de Buenos Aires y Seattle. Los activistas anti-pobres en Buenos Aires intentan mantener el anonimato a la vez que se involucran vigorosamente en blogs y en acciones de compromiso, mientras que en Seattle los activistas anti-pobres aparecen abiertamente en público y no temen represalias. A pesar de estas diferencias marcadas, las políticas de pobreza de ambos grupos de actores de clase media revelan la durabilidad transnacional de una política de pobreza basada en el merecimiento o la falta de merecimiento, en el miedo y en la amenaza, en el disgusto estético y moral, lo que lleva a consolidar los argumentos teóricos que plantean a la pobreza como un sitio clave para la construcción de la diferencia de clases.

En ambas ciudades, los activistas anti-pobres de clase media entienden que la pobreza resulta de errores individuales, justificando el desalojo de los residentes pobres. En Estados Unidos, esta sensibilidad anti-pobres, en teoría, no sorprende, dadas las profundas raíces de la racionalidad individualista, la primacía de la propiedad y las leyes que favorecen a la clase media y a las élites. En Seattle, los residentes de clase media inequívocamente culpan a los pobres por no tener ambición, por no ser personas integrales, es decir poseedoras inherentes de alguna falta, y por poner en riego al barrio. Están firmemente seguros de que el Estado va a proteger sus derechos de propiedad privada y eso los reafirma en una política anti-pobres de indignación y disgusto. En Buenos Aires, en cambio, la presencia de políticas anti-pobreza y los antagonismos entre clases que estas refuerzan muestra diferencias. La oposición de Vecinos Movilizados al asentamiento refleja una ideología muy fuerte de clase media. Si al igual que en Estados Unidos esa ideología está basada en los logros personales y en una conducta moral “correcta”, aparecen otros componentes como el nacionalismo y referencias a la falta del Estado. Además, los actores de clase media anti-pobres resultan ambivalentes, pues dudan entre solo culpar a las personas más pobres o cuestionar las explicaciones individualizadas de la pobreza. Los activistas de clase media anti-pobres dirigen su malestar al Estado argentino porque temen que no va a proteger sus privilegios de propiedad.

Este hallazgo apunta a la importancia del contexto político y cultural en la construcción de los contenidos de las políticas de pobreza. En Argentina, al menos discursivamente, el contexto político nacional favoreció el reclamo de derechos de los pobres, lo que elevó el nivel de malestar de la clase media acerca de su propia vulnerabilidad. En Estados Unidos, las narrativas culturales y políticas de individualismo y de responsabilidad personal frente a la pobreza, ampliamente aceptadas, legitiman y normatizan el privilegio de la clase media, presentando a los pobres como un problema que debe, y que va a ser, removido. En apariencia similares, las sensibilidades pro-pobres de cada ciudad revelan importantes diferencias en el modo en que los actores de clase media entienden las causas profundas de la pobreza y cómo ven la voluntad política de los residentes más pobres. Los residentes de clase media en Buenos Aires se entienden a sí mismos como parte de una lucha colectiva ante injusticias estructurales, en contraste con la simpatía y el voluntarismo para “los desafortunados” en Seattle.

La sensibilidad pro-pobres en Seattle es limitada, con protestas solo en el momento del desalojo y actos en favor de, en vez de junto a, los residentes pobres. Señalan la necesidad de refugios, pero no asocian esto con una crítica estructural del mercado inmobiliario o del empleo, y no organizan acciones políticas conjuntas. A pesar de trabajar en apoyo de los pobres, las activistas de Seattle no articulan un análisis estructural de la pobreza, lo que limita el modo en que se organizan y actúan. En cambio, en Buenos Aires, los activistas de clase media entienden que la pobreza está arraigada en causas estructurales y en vulnerabilidades comunes. Ven que la pobreza está íntimamente ligada al control corporativo de los medicamentos y los alimentos, al precio inaccesible de las propiedades y a la falta de una voz política para los residentes vulnerables. Además, los activistas pro-pobres de Buenos Aires pueden entender que los pobres son parte de una voluntad política para afrontar la lucha por la justicia social. En Buenos Aires, los activistas de clase media se ven comparativamente a sí mismos como sujetos más “conectados” que en Seattle, como parte de una lucha común con los residentes más pobres; y este modo de verse puede favorecer acercamientos para luchas por la redistribución, por una red social de contención y por una esfera pública sólida. En el caso de la pobreza podría sugerirse que los grupos de clase media poseen algún tipo de apertura a la alteridad que es comparativamente significativa. El caso de Buenos Aires revela que los actores de clase media con algunos privilegios pueden apoyar la redistribución y una política común de pobreza que sería difícil de aceptar en el caso de los Estados Unidos.

Nuestra comparación revela que las políticas de pobreza de la clase media tienen más matices que lo que investigaciones anteriores habían demostrado. Nuestra exploración de prácticas de clase arraigadas revela que, en ciertas instancias, emergen puentes inesperados entre los grupos sociales diferenciales, pero también muestra que muchos acercamientos potenciales están bloqueados en otros contextos. ¿Qué es lo que produce estos resultados diferentes? En Argentina, los activistas invocan tradiciones políticas históricas y discursos que, teniendo al peronismo como una experiencia histórica central, emergen del período postcolonial, del período postdictadura y de los años que siguieron a la recuperación de la crisis económica. En El Bosque, el análisis estructural que los activistas hacen de la pobreza está basado en historias y discursos del activismo social de izquierda, en la voz política de la clase trabajadora y en la influencia de las comunidades católicas que trabajan por la justicia social. La clase media y los residentes más pobres organizan por igual una agenda en común para reclamar al Estado. En Edgewood, la sensibilidad pro-pobres está basada en narrativas de individualismo, compasión personal y responsabilidad para con los vecinos; a la vez, se constata un desconocimiento, o un rechazo, de las causas estructurales de la pobreza. El amplio alcance social y político del modo individualista de entender la pobreza, incluso dentro de espacios de políticas pro-pobres, hace difícil que los activistas puedan alcanzar una crítica estructural. La pobreza es vista como “mala suerte” y la solución es la empatía y preocuparse cada uno por los otros, lo que produce políticas más cercanas al voluntarismo que a un diagnóstico socioestructural.

¿Qué lecciones políticas se hacen extensivas a partir de las políticas pro-pobres que analizamos en este estudio? En Seattle, la sensibilidad pro-pobres permanece ampliamente constreñida dentro de un discurso que refuerza los límites entre clases, y sus acciones siguen siendo individualizadas. Sin embargo, el caso de Buenos Aires sugiere una lección más amplia para las políticas de pobreza de la clase media. Si bien la distancia social es central y profundamente significativa de la desigualdad, los puentes entre grupos sociales diferenciados y jerarquizados son relativamente importantes porque hacen dialogar a los residentes sobre las causas arraigadas de la pobreza (la falta de tierras, de ingresos, de voz política, la crisis económica, etc.). En la medida en que los actores socialmente diferenciados reconocen vulnerabilidades comunes en procesos similares, se articula un espacio común más efectivo y las explicaciones individualistas de la pobreza y del privilegio pueden ser matizadas. Porque los sujetos de clase media siguen siendo el nudo de la construcción de los ideales y la imaginación política en sociedades nacionales como Estados Unidos y Argentina, su análisis comparado resulta crucial. Los actores de clase media pueden jugar un rol influyente en la formación de un consenso cultural sobre la pobreza relacional, para crear un espacio político orientado a proyectos de justicia social.

Referencias

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Notas

1 Entendemos por “políticas de pobreza” a las ideas, discursos y acciones de grupos sociales en respuesta a la pobreza, ya sea para aminorar sus efectos o para defenderse a sí mismos contra su presencia.
2 Entendemos que el individualismo no es homogéneo: supone ensamblajes diferentes entramados en la vida social. El “igualitarismo de derecho” promueve la igualdad formal y la libre competencia con un antiguo linaje en los modos de imaginar el progreso personal como condición del desarrollo colectivo. Por otro lado, en Argentina esa visión convivió históricamente con una ideología de la igualdad efectiva, “igualitarismo de hecho”, de la mano de políticas de bienestar que conformaron una singularidad regional.
3 Ong y Collier (2005), en una interesante compilación, destacan la relevancia que tiene reponer los contextos políticos, sociales y culturales para dar cuenta de la forma en la que se actualizan las normas y valores neoliberales en las prácticas cotidianas. En este sentido, plantean lo importante de ir más allá de las dicotomías que han funcionado como oposiciones binarias (Estado/sociedad, mercado/Estado, global/local, entre otras) para poder reconocer las formas emergentes que surgen como combinaciones de variables globalizantes al mismo tiempo que situadas.
4 Entrevistamos a cuarenta residentes de clase media de estos barrios, incluyendo aproximadamente el mismo número de hombres y mujeres blancos, de entre veinte y setenta años. Nuestros entrevistados se autoidentifican como de clase media, y esto se refleja en su estatus ocupacional, educación, tenencia de viviendas, estilo de vida y prácticas de consumo. Los contactamos en las reuniones de ambas ciudades o por recomendación de los líderes de la comunidad y de las organizaciones. En entrevistas grabadas, semiestructuradas, de entre 30 y 90 minutos, les preguntamos cuándo y por qué se mudaron al barrio, les pedimos que nos mencionaran aspectos positivos y negativos de la vida del barrio y los consultamos por sus actividades locales, incluyendo movilizaciones pro-pobres y anti-pobres. También observamos las reuniones públicas y los eventos comunitarios y analizamos materiales de archivo, como las agendas de las reuniones y la cobertura en blogs y medios masivos.
5 Todas las citas de Seattle están traducidas del inglés por los autores. Todos los nombres y los lugares, individuos y organizaciones, son ficticios. Los entrevistados sin nombre solicitaron el anonimato o no nos dieron su nombre.
6 Nuestro proyecto se centra en la pobreza, en las identidades y las relaciones de clase, no en la falta de hogares ni en la ocupación ilegal. Exploramos de qué modo los residentes de clase media entienden, explican y actúan en respuesta a estas presencias visibles de la pobreza y de la gente pobre en los espacios de la vida barrial de todos los días.
7 Camp Take Notice se movió por varios lugares de Seattle antes de llegar a Edgewwod; después de su desalojo se dividió en tres campos más pequeños, localizados en tierras privadas o de la iglesia.
8 Las organizaciones de activistas que investigamos no son idénticas porque no estamos comparando por equivalencia. En cambio, nos interesa teorizar las formas particulares de activismo anti-pobres y pro-pobres de cada ciudad en relación al contexto geohistórico que la produce.
9 El uso de pro-pobres y anti-pobres se refiere a la política de pobreza que los vecinos residentes expresan cuando participan en movilizaciones, no se refiere a sujetos investigados particularmente.
10 Neighborhood Action Council es una organización comunitaria basada en una tradición estadounidense: establecer encuentros en los pueblos para la deliberación democrática sobre la vida del barrio. Desde 1990, NAC ha organizado eventos sociales, ha contratado desarrollos de negocios y de viviendas, compite por los fondos públicos para mejoras de infraestructura y coordina los procesos oficiales de participación y consulta ciudadana en el barrio. NAC se reúne una vez por mes y no recibe financiamiento público. Las actividades de la organización son llevadas adelante por sus voluntarios. De 2011 a 2013, NAC movilizó al barrio en contra de Camp Take Notice, pidiendo su desalojo. Los miembros organizaron campañas de llamadas telefónicas y de cartas dirigidas a funcionarios del gobierno, hicieron presión sobre la opinión pública a través de los medios masivos y de los medios ciudadanos y testificaron en audiencias públicas.
11 Vecinos Movilizados es un grupo de residentes de clase media que se organizó en contra de Villa Esperanza. El grupo no recibe financiamiento público ni privado por su trabajo y no se encuentra afiliado a ningún partido político. Protestan en contra del asentamiento, expresando puntos de vista racistas y clasistas en las redes sociales. Organizan reuniones y hacen lobby en la policía y en el gobierno de la ciudad, en demanda de acciones.
12 La cumbia es un estilo de música colombiana que ha sido adoptada como “música de la calle” en las últimas décadas en Argentina, articulando valores identificados con los sectores populares e identidades racializadas; ese estilo musical desafía las normas y los valores de la clase media (Miguez y Semán, 2010).
13 La Seattle/King County Coalition on Homelessness (http://homelessinfo.org/resources/publications.php) y la National Coalition for the Homeless (http://nationalhomeless.org) muestran crecimientos de entre el 3 y el 14 % desde 2008 a 2012.
14 Neighbors in Faith es un grupo de voluntarios de iglesias y sinagogas que hace una década asiste a los pobres y a las personas sin hogar. El grupo se reúne una vez por mes para coordinar las actividades de las congregaciones. Está registrado como una organización sin fines de lucro. Durante el tiempo que Camp Take Notice estuvo en Edgewood, los miembros de NIF proveyeron a sus residentes con comida, ropa, transporte, además de ayudarlos con el cuidado de los niños y con la búsqueda de casa y de empleo. Por su parte, La Cooperativa fue fundada por activistas de izquierda antes de la crisis de 2001 y forma parte de un antiguo colectivo político de Argentina. La Cooperativa está ubicada en contiguo con Villa Esperanza y también ocupa terrenos nacionales del ferrocarril; aloja una serie de proyectos sin fines de lucro, como una farmacia cooperativa, un programa de educación comunitaria, una radio alternativa, grupos culturales de jóvenes y también un mercado de comida orgánica inspirado en los valores del “comercio justo”. Aunque sus actividades son independientes del asentamiento los miembros de La Cooperativa se han organizado en situaciones muy específicas, sobre todo por amenazas de desalojo común, con los residentes del asentamiento.

Recepción:02 Febrero 2023

Aprobación:30 Mayo 2023

Publicación: 01 Febrero 2024

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