(FaHCE / UNLP – UNAJ – UNM, Argentina)
La cuestión de la estructura formó parte de los debates fundamentales de los ’60 y ’70. El evolucionismo neoschumpetereano y el enfoque de los sistemas locales relativizaron en los ’90 esta discusión basándose en ciertas experiencias –sobre todo europeas- de territorios que presuntamente se habían desarrollado de un modo autónomo respecto de la problemática macro de los países, debido a su capacidad endógena. En Narodowski (2008) se planteaba que este enfoque ha sido un aporte importante para el estudio de los cambios tecno-productivos, pero su concepción general produce la ilusión de una sociedad no jerárquica, y por eso dinámica, que no parece corroborarse en la realidad, aun cuando las políticas públicas supuestamente la alientan. Pero lo más preocupante es que el evolucionismo ha hecho hincapié en el fin de las teorías del desarrollo y del concepto centro-periferia.
En lo que hace al territorio, el evolucionismo es la base de la ilusión del desarrollo local, basado en entornos innovadores y en una idea de ciudad dinámica, lugar de oportunidades. La suerte de la ciudad depende, en este contexto teórico, de la capacidad de los sujetos urbanos de organizarse o de cambiar la estructura funcional del sistema utilizando de la mejor manera posible los recursos y las condiciones locales para hacerlo competitivo.No hay demasiadas referencias a la economía y la sociedad nacional en la que está inserta esa ciudad ni a lo que son esos “sujetos urbanos”, las diferencias jerárquicas existentes entre ellos, los conflictos, etc. Los gobiernos se han apoyado en esta teoría para plantear, incluso como por fuera de la ortodoxia, políticas de descentralización que se verificaron poco exitosas en términos de mejora en el nivel de vida de la gente.
Por eso se considera al evolucionismo, y al enfoque de los sistemas locales, una heterodoxia fallida, con implicancias negativas en el debate económico y geográfico. Los trabajos autocríticos de autores italianos como Bagnasco (2003) son claros al respecto.
a) Un abordaje centro-periferia en el contexto global actual
En el enfoque que venimos trabajando, partimos del supuesto del cambio de paradigma tecno-productivo en los ’70: el posfordismo. Este proceso se da dentro de un nuevo esquema de dominio en el que todos los intereses y actores que no poseen escala global terminan subordinados al gran capital trasnacionalizado, que dispone de una mayor organización empresarial, inteligencia estratégica, capacidad financiera, etc. Este proceso implica una pérdida de poder de los Estados nacionales, aunque esta merma dista de ser definitiva, sobre todo en el caso de los países centrales (Merino, 2011).
En este contexto, en los países de la periferia histórica se observa cierto grado de industrialización, asociada a la descentralización productiva, pero en general sobresalen estructuras productivas simples, que no logran reducir la brecha medida en términos de la riqueza generada, complejidad y nivel de vida de la población respecto de los países centrales. China es una excepción que escapa a este documento. El concepto centro-periferia sigue vigente.
b) El lugar donde vive la mayoría de la gente: la metrópolis dependiente
Desde este punto de partida, algo que es casi obvio debe dejarse claro: las políticas macro y el tipo de mercados micro, o (para decir mejor) la estructura económica y el comportamiento de los agentes económicos en esos mercados van condicionando, generan una macro real y concreta que a su vez condiciona la micro, el territorio: nuevamente, las políticas y los comportamientos. Por eso, contra la mirada evolucionista, con prescripciones voluntaristas, se intentan retomar los conceptos centrales de los análisis de la ciudad dentro de la teoría de la dependencia, fundamentalmente la noción de “expoliación urbana”, en la que la urbanización es una consecuencia del modo de producción: primero de la organización colonial, luego del capitalismo comercial y finalmente de un mix de industrialización dependiente y de la hegemonía del sector exportador, de la construcción y el auge de la renta inmobiliaria. La idea es que debido a la expansión del sector financiero, la ciudad se hace siempre más “improductiva” y más rentista (Pradilla, 1982).
La organización de la ciudad depende, entonces, de las lógicas del capital financiero y se centra -a falta de dinámicas más complejas- en la especulación inmobiliaria. Así, ubicamos el enfoque dentro del conjunto de teóricos que suponen que lo urbano no es una categoría autónoma (De Mattos, 2001; Whitaker Ferreira, 2003).
En Narodowski (2008b) hemos demostrado, citando a otros autores que, en lo productivo, ya desde los ’50 surgían elementos que mostraban que la estructura productiva se simplificaba y que el empleo empezaba a mostrar una estructura típica de la terciarización temprana. Las políticas del ´76 y los ’90 profundizan esta tendencia luego del último intento industrializador del ‘73. Se genera una estructura económica rentista que no produce alternativas complejas: serias dificultades para sustituir importaciones o crear servicios complejos.
Y a pesar de los esfuerzos emprendidos durante los últimos 10 años (Narodowski, Panigo, 2010), es evidente que aun los cuellos de botella mencionados, relativos a la estructura, están lejos de resolverse. Los problemas actuales de balanza comercial son sólo la manifestación. Si se observa lo sucedido desde 2007 hasta mediados de 2012, la economía se ha asentado en el consumo, en el gasto público y en un balance comercial industrial negativo; y en menor medida, en la inversión en construcción. No porque no se hayan intentado otras vías; sólo que la crisis mundial y la incapacidad de nuestra micro de aumentar la competitividad lo han hecho, de nuevo, casi imposible. De todos modos, el ciclo se retroalimenta y genera un elemento muy positivo: la evolución relativa de consumo de las clases medio-baja y media es superior a lo observado en otros países.
En contrapartida, hay una –difícil de medir- apreciación cambiaria y por lo tanto un aumento de la competitividad relativa de los servicios (en su mayoría de baja complejidad) por sobre la industria, y de la especulación financiera e inmobiliaria (debida fundamentalmente al escaso estimulo el ahorro bancario).
¿Y en la ciudad? Si bien el mencionado aumento de la especulación inmobiliaria representa un porcentaje muy inferior respecto de las restantes formas de canalización del excedente, produce efectos muy negativos sobre la ciudad, que por su origen macro, la exceden en su capacidad regulatoria: por un lado, el aumento del precio de la tierra y la vivienda; por el otro, la aparición de una clase medio-alta con excedentes no bancarizados, que ni siquiera logra conservar siempre el poder adquisitivo de los fondos invertidos cuando llega el fin del boom. Y los sectores medio-bajos siguen sin resolver la cuestión de la vivienda.
En Narodowski, Panigo, Pintos (2010) se comparaban los retornos de un proyecto inmobiliario en humedales con un proyecto alternativo, sustentable: en el primer caso, los mismos se elevaban al 566%; en el segundo, eran del 16%. En el mencionado trabajo se llegaba a la conclusión de que la rentabilidad del negocio inmobiliario es tan alta que es muy difícil esperar que el mercado –sobre todo, debido a la escasamente compleja estructura productiva argentina- ofrezca una mejor alternativa.
La teoría propone estrategias impositivas o medidas restrictivas, pero en el largo plazo se trata de la problemática más general del desarrollo. En el marco de la mencionada estructura productiva, plantear instrumentos que limitan el uso abusivo de los recursos naturales es prácticamente imposible. Para lograrlo, se debería empujar más la balanza del lado del trabajo complejo: aumentar considerablemente los proyectos de inversión en actividades innovativas y así disminuir el porcentaje de exportaciones tradicionales y de importaciones de MOI (manufacturas de origen industrial); generar un terciario complejo que no dependa del poder adquisitivo de los sectores de la renta, incluso la inmobiliaria; generar una alianza política coherente con dicho modelo. Se trata de producir una economía nacional, y por ende un territorio, con otro modelo de desarrollo menos jerárquico, innovador y al mismo tiempo redistributivo, que dé beneficios normales, hegemonizado por otros actores. Algo de este proceso parece observarse, pero aún en estado inicial. Desde la periferia se hace difícil.
Bagnasco, A. (2003) Societa’ fuori squadra. Come cambia la organizzazione sociale, Bologna, Il Mulino.
Narodowski, P. (2008) La Argentina Pasiva. Desarrollo e Instituciones más allá de la modernidad. Bs. As.:Prometeo.
Narodowski, P. y Panigo, D. (2010) El nuevo modelo de desarrollo nacional y su impacto en la provincia de Buenos Aires. En Cuadernos de Economía, N° 75-Editorial Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires.
Narodowski, P. (2011) “El péndulo de Diamand. Una actualización post-estructuralista para el análisis de las causas del subdesarrollo argentino”. En Chena, P.; Crovetto, N. y Panigo, D. (coords). Ensayos en honor de Marcelo Diamand, Buenos Aires: Miño y Dávila
Panigo D y Narodowski P (2012) “Proyectos inmobiliarios y proyectos alternativos en humedales. Un ejercicio de rentabilidades comparadas”. En Pintos P y Narodowski, P. (Coords) La privatopía sacrílega. Efectos del urbanismo privado en humedales de la cuenca baja del Río Luján, Buenos Aires: Imagomundi.
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